Rachel y Laura , dos amigas inseparables de 16 años que se envolverán en una historia
de amor y odio. Aunque ciertos problemas se ciernen sobre ellas a lo largo de la historia ,
conseguirán superar todos los obstáculos y problemas con las mayores sensaciones de todas, la esperanza y la ilusión.

domingo, 20 de noviembre de 2011

CAPÍTULO 12. La casa del acantilado.

      Rachel entró en la tienda de campaña de Álvaro. La verdad es que era lo suficientemente grande para que cupieran los dos. Álvaro estaba despierto, la miró y cuando iba a hablar Rachel se llevó el dedo a la boca indicándole que no dijera nada y después sonrió. Ella se fue acercando lentamente tumbándose a su lado y comenzó a besarle. Un beso intenso. Se fue colocando encima de él, él la besaba por el cuello y volvía a retroceder a sus labios. Los dos comenzaban a hundirse en calor. Álvaro sabía lo que pasaría, sólo si Rachel se dejaba llevar en su primera vez.

-¿Quieres que yo sea el primero?

       La chica le miró y sonrió. Se dieron la vuelta. Esta vez Rachel quedaba debajo de él. Comenzaron a quitarse la ropa y Álvaro le dio sus manos. Se volvieron uno entre besos y suspiros. Rachel apretaba las manos de aquel chico fuertemente, se morían de placer. Realmente ella se encontraba bien, aunque nunca se hubiera imaginado que su primera vez hubiera sido con el chico al que había odiado. En realidad, nunca le habia dejado de querer. Ambos sabían que iba a ser una noche muy larga e intensa ..

En otro lado de la playa ..

      Laura entró sigilosamente en aquella cueva mirando hacia cada lado. Miró al frente y vio otra vez aquella sombra. La siguió. De repente se encendió una luz, prodecía de unas cuantas velas. ¡Era una casa! y aquella sombra era la de una anciana que vivía allí. ¿En una cueva? ¿Cuál es la razón?

- Perdone - llamó Laura la atención de aquella viejecita. Esta se dio la vuelta contemplando a Laura.
- Hola hija mía. Pasa y siéntate. Dime - dijo extrañada y con una voz desgastada por su edad. - ¿cómo has encontrado esto?.
- Verá, mis amigos y yo estamos pasando la noche en esta playa y vi algo extraño a lo lejos, y lo seguí curiosamente.
-( la anciana rió) La curiosidad mató al gato. - Laurá escuchó esto y se asustó. - ¿Te he asustado? Oh, lo siento, era sólo un decir.
- No pasa nada - Laura volvía a sonreir - pero cuénteme, ¿esta es su casa?
- Sí mi niña. Llevo viviendo aquí toda mi vida.
- ¿Y qué tiene de especial esta .. "Casa"?
- Pues verás .. Esta no es una casa como otra cualquiera. Aquí pasan sucesos increíbles, pero no hay que asustarse, no son sobrenaturales ni hay fantasmas a los que temer. Es más bien un mundo de fantasía. La gente no cree en cuentos de sirenas, ni de dragones, ni siquiera de duendes que corretean a casitas pequeñas. Pues tampoco existen. Pero sí existe algo, aunque suene imposible, aquí hay hadas.
-¿Hadas?
- Sí, hadas. Puedo demostrártelo. - La anciana sonreía a Laura, pero ésta comenzó a pensar que estaba loca. - verás, sígueme.

       La anciana la llevó más adentro de la cueva. Hasta que dieron con una puerta. La abrió y Laura quedó impactada. Había cientos de pequeñas criaturas volando por aquel lugar. Era como un mundo nuevo, otra playa diferente, era como si aquella casa de aquel acantilado fuera la separación de dos lugares. No se lo podía creer, aquello era como un sueño. ¿Cómo iba a existir aquello?. Laura sonrería y se adentraba allí con la viejecita. Aquellos seres diminutos correteaban y volaban alrededor de ellas. La chica estaba sorprendida. Pero reaccionó. No podía separarse tanto tiempo del grupo. Tenía que volver. Pero antes se despidió de la anciana.


- ¿Nadie sabe que existe este lugar?
- No, nadie. Ni tampoco quiero que lo sepan. Podrían quitármelo, asique por favor, no se lo digas a nadie.
- Esté usted tranquila señora, me tengo que marchar, volveré a visitarla algún día. 
- Gracias hija mía. 

      Laura se fue de aquel lugar. ¡Había sido increíble!. Pero no se lo podía contar a nadie, excepto a una persona, Rachel. Corrió hacia el sitio donde se encontraba el grupo, diréctamente a la tienda de campaña en la que se hallaba Rachel. Cuando llegó se encontró a su amiga con Álvaro tapados por una manta y dormidos. No tardó en averiguar lo que había sucedido allí. Laura sonrió y se marchó a la suya, no quería despertar a nadie ni interrumpir nada. Mañana se lo contaría todo.

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